domingo, 8 de diciembre de 2013

Técnica y corazón en el cine de Georges Méliès

Sin duda alguna los inicios del cine basados en la secuencia de imágenes fotográficas expuestas a luz, que en su momento llamaron kinetoscopio, es el inicio de una historia de innumerables avances técnicos que han hecho del cine un evento completamente mágico, sin embargo esa magia en el cine no vino de la técnica solamente, sino de la mezcla de esa técnica con el magno ingenio de un verdadero hombre de magia.

Recuerdo con emoción aquel momento en que por primera vez vi en pantalla “Le diable noir”, recuerdo que las imágenes eran acompañadas por una melodía que duro varios días en mi mente, posteriormente tuve la oportunidad de conocer más a fondo la obra de ese personaje con gustos oscuros, pues muchas de sus obras hacen alusión al diablo, la tentación, lo hereje y lo mágico.
Hasta entonces no había visto mucho del cine de este personaje; pero gracias a cierta entidad político-cultural que funciona en nuestra ciudad, tuve la fortuna no solo de ver muchas de sus películas, sino de tener música en vivo interpretada por el bisnieto del propio creador del diablo negro y el viaje a la luna. Entonces pude ver la magnitud de semejante obra y pude acercarme al genio y fuerza del que a mi parecer, fue para el cine el corazón que le faltaba al hombre de hojalata del mago de oz.



Técnica sin corazón, no es arte; es por esta razón que al hablar de cine es siempre necesario y obligatorio hablar de Georges Méliès como aquel soñador que se dejó llevar por las pasiones del arte, que puso en segundo lugar el dinero, que fue enormemente rico y no dudo el gastarse toda su fortuna en la producción cinematográfica, al punto de ser acosado por las deudas y terminar vendiendo baratijas junto a quien sería su esposa.

Georges Méliès es sinónimo de creación, de invención y sin duda alguna de ficción, palabra que posteriormente caracterizaría uno de los géneros más fascinantes y prolíferos del séptimo arte, me atrevería a decir en mi humilde opinión que Méliès, sienta las bases de un universo incontenible de realidades paralelas, en las que podrías vivir y sumergirte cada vez que te sientes frente a una pantalla a consumir fotogramas.

Hoy no me cabe duda que los dinosaurios pueden volver a la vida, o que en 1902, el hombre fue a la luna, que algunos humanos son alienígenas con cabezas hechas de borrador y que directores como Steven Spielberg y otros hijos de la ficción y el surrealismo, no habrían recorrido con facilidad estos caminos, sin que el buen Méliès hubiera abierto trochas en las inconmensurables selvas del arte cinematográfico y de la ficción.

- Keyner Martínez

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